Hoy me parece que hace un día magnífico y, sin embargo, noto que estoy algo triste y melancólico. Posiblemente sin necesidad.
El sol ha quedado oculto por un profundo mar de nubes grisáceas que han dejado caer unas gotas, refrescando el ambiente. Parece uno de esos días de primavera, que tanto me gustan, con su lluvia fina y su olor a hierba y a tierra mojada.
Me he sentido reconfortado al salir a la calle y ver que llovía, porque en el fondo, hoy sabía que sería un día duro.
Hoy es un día de despedidas.
Hoy he coincidido con poca gente, pero creo que todos compartimos sentimientos parecidos. Desde que ya no pude ocultar la noticia, noto mucha emoción en el ambiente. Se cruzan los "hasta siempre", un "nos vemos", un "no cambies" (este me ha emocionado mucho), un "siempre es para mejor, no tengas miedo", una palmadita sin palabras, un "llámame si necesitas algo", un "puc dir-te amic?" (això de sempre, no el dubtes), ... no sé. Incluso me parece intuir alguna lágrima.
Estoy sorprendido de la reacción general, pues no es la primera vez que me pasa y parece que es hasta bueno. Parece que se me tiene aprecio, aunque la testiculina impida manifestarlo plenamente.
Si algo bueno tienen los cambios que uno elige es que son voluntarios. Nadie obliga a nada: cambias porque eliges. Sin embargo, el asomarse al vacío de lo imprevisible produce ansiedad, desazón y, ¿por qué no?, algo de miedo.
Sí, confieso que siento miedo. Miedo por no saber lo que me espera, aunque alguna idea me hago (glups).
Miedo por el cambio en sí mismo, pero sobre todo, por dejar atrás en el camino otra etapa más y a que éstas ya empiezan a acumularse en número (la edad, supongo).
Pero también siento emoción por la novedad, por el reto, por las expectativas. No puede ser todo tan malo (Mario, ets un llandós).
Los cambios siempre debieran ser enriquecedores. No sé si me ayudarán a mejorar, pero aprender, siempre se aprende de ellos.
Sé que la etapa que va a quedar atrás no será una más. Ha sido muy intensa. Diría que hasta satisfactoria. Y, sin embargo, he decidido cambiar. Otra vez.
Sospecho que es posible que no sepa todavía cuál es mi sitio en esta locura imparable que es la vida o que quizá es que, simplemente, soy un culo inquieto. O ambas. O ninguna de las anteriores (jajaja).
Nuevas oportunidades se abren ante mis ojos. Nuevas experiencias y un futuro imprevisible. ¿Qué me espera más allá?. No tengo ni idea.
Mañana empiezo una nueva fase: la del lobo en la zorrera (el cau de raboses).
De la taiga boreal a la jungla implacable, donde cuchillos y cuchilladas vuelan libremente y sólo pueden sobrevivir los mejor adaptados.
Temo por mi futura salud mental.
Pero tampoco debo quejarme. Esta vez he elegido yo y me voy para entrar por la puerta grande.
Siempre tendré tiempo para arrepentirme.
Tengo miedo y llueve. Curiosa combinación. Sentimientos encontrados.
Deseadme suerte.
PRESENTACIÓN DEL NUEVO NÚMERO DE LA REVISTA LAS ALCUBLAS
Hace 1 semana